Para el ser humano actual la palabra dragón evoca a un gran monstruo alado con un cuerpo cubierto por escamas, capaz de escupir fuego por la boca y que suele ser encontrado guardando un tesoro en el seno de una mazmorra, o asaltando las torres y murallas de un castillo. No obstante, para las personas que esbozaron por primera vez la imagen del dragón, éste podía ser cualquier criatura con rasgos ofídicos y poderes o facultades asociados a algún fenómeno natural, especialmente a aquellos relacionados con el mar, los ríos y la lluvia. De hecho, en los mitos más antiguos de los que se tiene registro, el dragón aparece como una terrible serpiente de inmensas dimensiones que encarna la misma furia de la naturaleza. Y es que la serpiente parece ser el elemento animal básico del cual están compuestos todos los dragones. Sus sinuosos movimientos evocan la ondulación de las aguas del océano, sus ponzoñosos colmillos dan luz al veneno corrosivo y al fuego abrasador con los que el dragón se enfrenta a dioses y héroes, y su capacidad de mudar de piel es asociada al cambio y a la renovación presentes en todos los aspectos de la naturaleza. No es de sorprender que la palabra dragón provenga del griego “δράκων” (drákōn), el cual es el término utilizado por los griegos para referirse a un dragón, a una serpiente de gran tamaño o a las peligrosas serpientes marinas, hecho que parece replicarse en otras lenguas antiguas tales como en el avéstico, donde la palabra “aži” significa “serpiente” o “dragón”, o como otra muy similar propia del sánscrito védico y del hindi, “ahi”, término empleado para designar indistintamente a un dragón o a una serpiente.
El dragón nace en los mitos de la creación de las civilizaciones más antiguas del Antiguo Oriente Próximo como un intento por explicar el mundo y las misteriosas fuerzas de la naturaleza (Smith, 1919; Ingersoll, 1928). Es allí donde la figura del dragón obtiene sus rasgos físicos tradicionales, y es allí donde se le atribuyen los poderes de la naturaleza. Es por eso que las siguientes líneas están dedicadas a explorar los mitos sobre los primeros dragones del mundo antiguo.
1. Tiamat, el Caos Primordial
“Cuando arriba los cielos no habían sido nombrados
(y) la tierra firme abajo no había sido llamada con nombre
(y) nada sino el Apsu primordial, su progenitor,
(y) Mummu, Tiamat, a que los dio a luz a todos,
sus aguas, como un solo cuerpo, confundían;
los desechos del junco no se habían hacinado, el carrizal no había aparecido;
cuando cualesquiera de los dioses no habían sido traídos al ser
ni llamados con nombre, no destinados sus destinos
entonces sucedió que los dioses fueron formados en el seno de ellas.”
– Enuma Elish, Tablilla I, líneas 1-9
Uno de los relatos más representativos de la religión mesopotámica es el Enuma Elish, poema redactado en lengua acadia y escrito en caracteres cuneiformes sobre varias tablillas de barro que fue descubierto en la Biblioteca de Asurbanipal ubicado en la antigua ciudad de Nínive, en la actualidad parte de la ciudad de Mosul, en Irak. Si bien existen secciones del poema que son ilegibles, se ha llegado a traducir la mayor parte del texto a partir de las tablillas halladas en Mosul y de las copias de las mismas encontradas en templos y otros centros arqueológicos de la región. De acuerdo a la narración épica del Enuma Elish, Tiamat es una deidad del océano y del caos primordial que, al unirse con Apsu, entidad que representa las aguas dulces, engendra a los primeros dioses cuando ambos mezclaron sus aguas. Sin embargo, la constante actividad de los jóvenes dioses perturba tanto a Tiamat y a Apsu que éste último decide intentar persuadir a su consorte para destruirlos. Indignada y llena de dolor, Tiamat cuestiona el tener que destruir aquellos que ambos habían engendrado, y decide que lo mejor es esperar con benignidad. Entretanto, Ea, el dios omnisciente, les cuenta a sus hermanos lo que él había discernido, e idea un plan para acabar con Apsu, haciéndolo dormir profundamente con un encantamiento sobre las aguas de Apsu. Después de esto, Ea dio muerte a Apsu y se apoderó de su cámara, en la cual nacería Marduk, el dios más poderoso del panteón babilónico. Tras enterarse de la muerte de su esposo, Tiamat se enfurece y decide hacer guerra contra los dioses, engendrando huestes de monstruos espantosos para asistirla en la batalla.
Perturbada estaba Tiamat, agitada de día y de noche.
Los dioses, sin descanso, padecían en la tormenta.
Habiendo en su interior maquinado lo malo,
dijeron a Tiamat, madre suya:
“Cuando ellos mataron a Apsu, tu esposo,
tú no lo ayudaste, sino que te quedaste quieta.
Ahora que él
ha producido a los cuatro vientos espantosos,
tus entrañas están revueltas, y, así, nosotros no podemos dormir.
Que Apsu, tu esposo, esté en tu corazón,
y Mummu, que ha sido vencido. Te has quedado sola.
[…] de un lado a otro das pasos desconcertadamente.
[…] sin cesar. Tú no nos quieres.
[Mira, de insomnio. . .] apesadumbrados están nuestros ojos.
[…] sin reposo. Que durmamos.
[… a la bata]lla. Véngalos.
[…] y vuélve(los) como viento”.
[Cuando] Tiamat [escuchó] (esta) palabra, se complació:
[“…] habéis dado. Hagamos monstruos,
[…] los dioses en medio […]
[…daremos] batalla, contra los dioses […”].
Se apretujaban a iban a los lados de Tiamat.
Enfurecidos, maquinaban sin cesar de día y de noche.
Están resueltos al combate; gruñidores, furibundos,
congregan concejo a fin de disponerse para la lucha.
La Madre del Hubur, la que modela todas las cosas,
reunió armas inigualables, dio a luz serpientes-monstruos
agudas de dientes, de fauces inmisericordes.
[Con veneno] en vez de sangre llenó sus cuerpos.
Dragones rugientes revistió de terror,
los coronó con halos, haciéndolos como dioses,
de modo que quien los contemple deba perecer abyectamente
y que, una vez erguidos sus cuerpos, nadie pueda hacer que se vuelvan [sus pechos atrás].
Hizo surgir a la Hidra, al Dragón y al Lahamu,
al Gran-León, al Perro-Rabioso y al Hombre-Escorpión,
poderosos Demonios-Tempestades, al Hombre-Pez y al Capricornio,
portadores (le armas que a nadie exceptúan, impávidos en la batalla.
Firmes eran los decretos de ella, sumamente irresistibles eran.
Por todos, once de esta clase produjo.
De entre los dioses, sus primogénitos, que formaban [asamblea],
enalteció a Kingu, lo hizo caudillo entre ellos.
La conducción de las filas, el mando en la asamblea,
el levantar las armas para el encuentro, el avanzar al combate, en la batalla el comando en jefe,
esto a su mano confió, mientras lo sentaba en el concejo:
“He lanzado para ti el encantamiento, exaltándote en la asamblea de los
dioses,
de la soberanía sobre todos los dioses he colmado tu mano.
En verdad tú eres sumo, mi único esposo eres tú.
Tu prolación prevalecerá; sobre todos los Anunnaki”.
Ella le dio las tablillas de los destinos, fijólas sobre su pecho:
“En cuanto a ti, tu mandamiento será inmutable [tu palabra] perdurará”.
Tan luego como Kingu fue enaltecido, promovido al [rango de Anu],
para los dioses, sus hijos, [ellos destinaron] los destinos:
“Vuestra palabra hará pacificarse al fuego, humillará al Potente Armamento, de arrastre tan poderoso”.
-Enuma Elish, Tablilla I, líneas 109-161
Conocedores de las intenciones de Tiamat, los dioses deciden enviar a un emisario, el dios Anu, para que intente pacificar a Tiamat y evitar el conflicto. Anu acepta, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca, se acobardó y regresó con los demás dioses, quienes se estremecieron al pensar que ningún dios podía derrotar a Tiamat. Es entonces cuando el dios heroico Marduk decide enfrentarse a ella y evitar el funesto destino que a todos les aguardaba. Equipado con un arco que el mismo hizo, su maza, el relámpago, una red para envolver a Tiamat con los cuatro vientos del Sur, Norte, Este y Oeste, con siete terribles vientos, y con la poderosa Tromba, Marduk marchó hacia el combate.
El Señor salió y emprendió su marcha;
hacia Tiamat, enfurecida, enderezó su rostro.
Entre sus labios sostenía un conjuro;
una hierba para destruir veneno llevaba apretada en su mano.
Entonces a sus lados formaron círculos los dioses, a sus lados formaron círculos; los dioses, sus padres, formaron círculos a sus lados,
El Señor se aproximó para escudriñar el interior de Tiamat,
de Kingu, su esposo, para percibir el designio.
Observó, y su paso se volvió desconcertado,
su voluntad se dispersó y se desordenaron sus actos.
Y cuando los dioses, sus auxiliares, que iban a sus lados,
vieron (así) al valiente príncipe, confusa se hizo su visión.
Tiamat emitió un gri[to],
no desvió su cuello;
en sus labios salvajes
formulaba desafío;
“Demasiado [impor]tante eres tú [para que] el señor de los dioses se levante contra ti.
¿Es en tu residencia en donde ellos se han reunido (o) en tu
residencia?”.
En ese momento el Señor, [levantan]do la Tromba, su arma poderosa,
[a] la furibunda Tiamat arrojó la siguiente palabra:
“En cuanto a ti, te has elevado, te has enaltecido arrogantemente;
has encargad o a tu propio corazón de promover conflicto,
de tal manera que los hijos rechazan a sus propios padres
al mismo tiempo que tú, que los has dado a luz, perjuras el amor.
Has designado a Kingu para esposo tuyo;
el rango de Anu, en derecho no suyo, se lo has conferido.
Contra Anshar, rey de los dioses, procuras lo malo;
[contra] los dioses, mis padres, has afirmado tu malignidad.
[Aunque] aderezadas se hallen tus fuerzas, ceñidas tus armas,
acércate; que tú y yo nos encontremos en combate singular”.
Cuando Tiamat escuchó esto,
quedó como poseída; la razón la abandonó.
Enfurecida, Tiamat gritó agudamente.
Hasta sus raíces, las piernas le temblaban ambas juntas.
Ella recitó un conjuro, lanzó su encantamiento,
mientras los dioses de la batalla afilaban sus armas.
Entónces trabaron encuentro Tiamat y Marduk, el más sapiente
entre los dioses,
compitieron en combate singular, acerrojados en batalla.
El Señor desplegó su red para envolverla;
al Mal Viento, que detrás de él venía, lo desató contra el rostro de ella.
Cuando Tiamat abrió la boca para consumirlo,
él introdujo en ella al Mal Viento, de modo que ella no cerró los labios.
Al cargar sobre su vientre los vientos impetuosos,
su cuerpo se expandió, y su boca quedó ampliamente abierta.
Él soltó la flecha, ésta desgarró su vientre,
cortó a través de sus entrañas, hendiendo el corazón.
Habiéndola subyugado así, extinguió su vida.
Derribó su cadáver, y se puso de pie encima de él.
Después de que hubo muerto a Tiamat, la capitana,
su banda se demolió, se desmenuzó su tropa;
todos los dioses, sus auxiliares, que iban a sus lados,
temblando de terror volvían sus espaldas de un lado para otro
con el fin de salvar y conservar sus vidas.
Estrechamente cercados, no pudieron escapar.
Los hizo cautivos y aplastó con sus armas.
– Enuma Elish, Tablilla IV, líneas 59-111
Muerta Tiamat, Marduk separó su cuerpo en dos; con una de sus mitades formó el firmamento y todo lo que está en el cielo, y con la otra mitad hizo la tierra y las aguas del océano. Es así como del caos que representa Tiamat nace el orden, cristalizado en los nuevos dioses, los cuales le darían forma a la tierra y a los cielos a partir de los restos de su progenitora.
A pesar de que en el poema Tiamat engendra a dragones y serpientes gigantes, su identificación como un dragón es incierta; si bien en algunas fuentes su aspecto es como la de un inmenso dragón marino, en otras su aspecto, si bien monstruoso, no es precisamente el de un dragón. En las siguientes imágenes se pueden apreciar dos distintas interpretaciones sobre el aspecto de Tiamat:
Batalla entre Marduk (Bel) y Tiamat, dibujada a partir de un bajorrelieve proveniente del Palacio de Ashurbanipal, rey de Asiria, 885-860 B.C., Galería de Nimrûd, Museo Británico.
Bajorrelieve hecho con un sello cilíndrico, posiblemente representa a Tiamat y a Marduk (dios babilónico) o Ninurta (dios asirio), 900BC-750BC, Colección en línea del Museo Británico, ítem 89589.
En la primera imagen, Tiamat ha sido representada como un monstruo alado con fauces y zarpas de león, y patas traseras de águila, mientras que en la segunda su aspecto es el de un dragón o una serpiente gigante provista de patas delanteras. Evidentemente, el concepto sobre el aspecto de Tiamat es tan variado como las distintas versiones que existen sobre el mito de la creación en la religión mesopotámica, la cual comprende a las religiones de las civilizaciones sumeria, asiria, acadia y babilónica. En el siguiente fragmento de una versión del mito asirio del dragón traducido al inglés por Leonard William King (publicado en su libro “Las Siete Tablillas de la Creación”), Tiamat recibe el título de dragón:
Las ciudades suspiraban, los hombres (…),
Los hombres proferían lamentos, (ellos…),
Para su lamento no había nadie (que los ayudara),
Para su pena no había nadie que los tomes (por la mano).
¿Quién era el dragón (…)?
Tiamat era el dragón (…)!
A Bel en el cielo ha formado (…).
Quince kaspu era su longitud, un kaspu (su altura),
Seis codos en su boca, doce codos (su…),
Doce codos es la circunferencia de sus (orejas …),
Por el espacio de sesenta codos él (…) un ave;
A nueve codos de profundidad por el agua se arrastraba (…).
Alzó su cola a lo alto (…);
Todos los dioses del cielo (…).
En el cielo los dioses se inclinaban ante (el dios de la Luna);
Los bordes de la toga del dios de la Luna ellos apremiante(mente asían):
“¿Quién irá y asesinará al dragón,
“Y liberará la extensa tierra (del…),
“Y se volverá rey (sobre…)?”
-Las Siete Tablillas de la Creación, Tablilla Rm.282, líneas 1-19
A diferencia del Enuma Elish, en ésta versión del mito de Tiamat el hombre es creado antes de que el dragón aparezca –después de todo, no es un mito sobre la creación; sin embargo, el poder de Tiamat sigue siendo tan vasto como para estremecer a los dioses en el cielo, quienes en éste relato eligen a Tishhu (la historia no deja clara su identidad, posiblemente se trata de uno de los dioses del cielo) como el campeón que ha de vencer al dragón.
Aún si no es posible determinar si Tiamat es un dragón o no, ella presenta varios de los atributos de los antiguos dragones del Oriente Próximo, tales como su estrecha conexión con el océano y con los fenómenos meteorológicos, así como el hecho de participar en el recurrente motivo de la contienda entre el orden y el caos, clásico componente de la saga del dragón. Sea cual fuere el caso, lo cierto es que Tiamat concibió a los primeros dragones y monstruos de la mitología Mesopotámica, por lo que considerarla como una de las fuentes a partir de las cuales se originaron los dragones no resulta ilógico.
Tiamat (P. Tinkler, lápiz y acrílico, 2010 http://www.petertinkler.com/ )
2. Yam, el Juez Nahar
Al norte de la moderna ciudad de Latakia, en Siria, se descubrieron las ruinas de Ugarit a finales de la década de 1920, lugar donde se desarrolló una de las civilizaciones más antiguas (se estima que Ugarit estuvo habitada desde antes del 6000 a.C.). En esta ciudad fueron halladas una serie de tablillas de arcilla en las que se narra el “Mito de Ba’al”, relato escrito en caracteres cuneiformes en la lengua ugarítica, el cual describe una serie de episodios que los antiguos habitantes de Ugarit utilizaron para explicar los fenómenos naturales. Uno de estos episodios es la contienda entre Ba’al, dios del viento y la lluvia, y Yam o Yahm, antigua deidad del mar, los ríos y el caos en la región del Levante mediterráneo que comparte ciertas similitudes con la babilónica Tiamat y la serpiente Illuyanka de la mitología hitita. De acuerdo al Mito de Ba’al, Yam (llamado también Juez Nahar), aparece como el preferido del dios supremo ‘El, quien desea convencerlo para que Yam le arrebate a Ba’al Hadad su alta posición entre los dioses.
Yo mismo, el Amable ‘El el Benigno, te he tomado
Sobre/en mis manos… Yo proclamo tu nombre, Yahm es tu nombre
Tu nombre es el Amado de ‘El, Yahm
Mi casa de plata la cual…
En/Por la mano del Poderoso ‘Aliyan Ba’al…
Debido a que él me injuria/abusó de mí…
Sácalo del trono de su reino, de su lugar de descanso, del cojín en el asiento
De su dominio…
Pero si entonces no lo sacas del trono de su reino, del asiento de su dominio,
Él te aplastará como…
‘El hace sacrificios, él mata a …
Él proclama…
Él sacrifica bueyes, también ovejas. Él sacrificó
Toros y (carneros gordos), becerros de un año…
-El Mito de Ba’al, Primera Tablilla, col. iv, líneas 18-31
Aparentemente hay bastante hostilidad por parte de ‘El y Yam hacia Ba’al (desafortunadamente, parte de las tablillas está demasiado dañada como para hacer posible su transliteración, así que no se conoce el motivo exacto de esta enemistad), por lo que Yahm decide enviar mensajeros al concilio de los dioses en lo alto del monte Lelu/Lalu para pedirles que le entreguen a Ba’al para someterlo. ‘El responde que Ba’al será entregado a Yam. Encolerizado, Ba’al se niega, y está a punto de atacar a los mensajeros cuando las diosas ‘Anat y ‘Athtart lo detienen. Ba’al les dice a los mensajeros que él no piensa entregarse a Yam, y demás les advierte que Yam debería cuidarse de él. Poco tiempo después, el dios Kothar le entrega dos armas a Ba’al, Yagarish y Ayamari, y le dice que es momento de enfrentar a Yam.
“…Oh Ba’al, ahora debes erradicar a tus enemigos; Ahora debes silenciar/aniquilar/destruir a tus enemigos.
Entonces tomarás tu reino por toda la eternidad; tu dominio por todas las generaciones”
Con esas palabras, Kothar trae dos armas y proclama/pronuncia sus nombres: “En tu nombre, tuya, es Yagarish, Perseguidora. Yagarish, persigue a Yahm, Persigue a Yahm desde su trono,
A Nahar desde el asiento de su dominio. Tú, (danza/salta) de la mano de Ba’al, como ave rapaz
De entre sus dedos. Golpea la espalda del Príncipe Yahm, entre los hombros
Del Juez Nahar.” El arma (danza/salta) de la mano de Ba’al, como ave rapaz
De entre sus dedos. Ella golpea la espalda del Príncipe Yahm, entre los hombros Del Juez
Nahar. Pero fuerte es Yahm, él no es derribado, ni tiemblan sus articulaciones, ni su forma colapsa. Kothar trae dos armas y proclama/pronuncia sus nombres:
“En tu nombre, tuya, es Ayamari, Conductora. Ayamari, Conduce a Yahm fuera de su trono, a Nahar del asiento de su dominio. Tú, (danza/salta) de la mano de Ba’al, como ave rapaz
De entre sus dedos. Golpea el cráneo del Príncipe Yahm, entre los ojos
Del Juez Nahar. ¡Haz que Yahm colapse y caiga a la tierra!” Y el arma (danza/salta) de la mano de Ba’al, como ave rapaz de entre sus dedos. Ella golpea el cráneo del Príncipe Yahm, entre los ojos del Juez Nahar. Yahm colapsa, él cae a la tierra; Sus articulaciones tiemblan, y su espinazo se estremece.
Enseguida Ba’al se estira y está a punto de desmembrar/partir en pedazos a Yahm; él iba a destuir/aniquilar/darle fin al Juez Nahar.
Por el Nombre ‘Athtart lo detiene: “¡Por vergüenza, Oh Poderosísimo Ba’al!
¡Por vergüenza, Oh Jinete de las Nubes! Pues nuestro cautivo es el Príncipe Yahm, pues nuestro cautivo es el Juez Nahar.” Y al salir la palabra de su boca…
El Poderosísimo Ba’al se siente ciertamente avergonzado… y … el responde:
“¡Yahm ciertamente está muerto! ¡Ba’al reina/es rey!…
Entonces Yahm dice: “¡Lo, yo sin duda estoy muerto! ¡Ciertamente, Ba’al reina/ es rey ahora!”…
-El Mito de Ba’al, Segunda Tabilla, col. iv, líneas 9-33
Para los antiguos habitantes de Ugarit, el Mito de Ba’al era una forma de explicar el cambio de estaciones en su región (Gibson, 2004). La derrota de Yam representaba el fin de la temporada de mareas y aguas agitadas que tienen lugar durante el invierno mediterráneo, convirtiendo a Ba’al en el responsable del retorno de la tranquilidad del mar en la primavera, ciclo que continúa con la contienda entre Ba’al y el dios del Inframundo Mot, causante del calor y las sequías propios del verano, culminando con la derrota de Mot por parte de la diosa ‘Anat y el retorno de Ba’al, que coincidía con el fin del verano y la promesa de tiempos más apacibles.
La relación entre Yam y la fuerza del mar y los ríos es evidente. En la lengua ugarítica, Yam significa “mar”; asimismo, esta deidad ostenta el título de Juez Nahar, término ugarítico utilizado para designar a un río. Sin embargo, su asociación con el dragón no aparece en el Mito de Ba’al sino hasta un episodio posterior, cuando Ba’al envía a los dioses Gapen y Ugar para enviarle un mensaje a la diosa de la guerra ‘Anat.
“Observándolos, ‘Anat espía a los dos dioses. Sus pies
Tiemblan, sus caderas empiezan a temblar como si estuvieran a punto de quebrarse/romperse
Su rostro empieza a sudar, las articulaciones de sus caderas se estremecen,
Los músculos de su espalda se debilitan/tiemblan, ella alza
Su voz y exclama: “¿Por qué Gapen y ‘Ugar han venido?
¿Qué enemigo se alza contra Ba’al, qué adversario
Contra el Jinete en las Nubes? ¿No fui yo quien demolió al amado
De ‘El, Yam el Mar? ¿No fui yo quien acabó con Nahar el Río el gran dios divino Rabim?
¿Acaso no atrapé al Dragón, no lo eliminé/envolví?
Fui yo quien demolió a la Tortuosa Serpiente,
El Tirano con Siete Cabezas…”
-El Mito de Ba’al, Tercera Tabilla, col. iii, líneas 30-40
No se sabe cuál fue el rol de la diosa ‘Anat durante el enfrentamiento entre Yam y Ba’al; es posible que los fragmentos ilegibles de las tablillas contengan información sobre su participación en el combate entre esas dos deidades, pero dada su condición actual, es imposible saberlo. El relato simplemente nos dice que, como diosa de la guerra y amante de Ba’al, ella fue la que venció al dios del inframundo Mot, por lo que cabe la posibilidad de que ella también haya jugado un papel importante en la victoria de Ba’al sobre Yam, el Juez Nahar. Igualmente enigmática es la figura de Yam como dragón, pues no está claro si Yam es el dragón que menciona la diosa ‘Anat, si éste dragón es uno de sus sirvientes, o si simplemente se trata de dos personajes diferentes, pues en las tablillas que narran el conflicto entre Ba’al y Mot figuran el nombre de Lothan, el cual es mencionado por los mensajeros que el dios del Inframundo envió a Ba’al:
“…¡Si el séptuplo de mis porciones me son servidas,
O si la copa ha sido mezclada por Nahar, el Río!
Ba’al me ha invitado con mis hermanos,
¡Hadad me ha llamado junto con mis parientes!
Pero lo ha hecho para que coma el pan con mis hermanos,
Y para beber vino junto con mis parientes,
¿Acaso has olvidado, Ba’al, que yo ciertamente puedo subyugarte?
(… a) ti
Pues aunque acabaste/asesinaste/luchaste contra
Lothan, la Serpiente Resbalosa/Evasiva/Huidiza,
Le diste un fin/acabaste con/destruiste a
La Tortuosa Serpiente,
Shalyat el Tirano de siete cabezas/El monstruo de siete cabezas (de poder)
Los cielos arderán y caerán, (como los dobleces de tus togas)
Pues yo mismo te haré pedazos,
Yo (te) devoraré…”
-El Mito de Ba’al, Quinta Tablilla, col. i, líneas 20-33
A pesar de que no es posible determinar si Yam es un dragón o no, muchos de los atributos y facultades de ésta deidad ugarítica están presentes en las monstruosas serpientes marinas que encarnan el caos y el poder del mar en las leyendas del mundo antiguo.
3. La Serpiente Illuyanka
Illuyanka es el nombre de la gigantesca serpiente que en la mitología hitita se enfrenta a Tarhunt, dios del clima, el cielo y la tormenta (Teshub para los hurritas). El mito de Illuyanka se encuentra escrito en caracteres cuneiformes Hititas sobre unas tablillas que fueron halladas en las ruinas de Harrusa, antigua capital del imperio hitita, ahora parte de la ciudad de Bogazkale en Turquía.
Existen dos versiones distintas del mito de Illuyanka en las tablillas. En la primera versión, después que Tarhunt es vencido por Illuyanka, el dios de la tormenta les pide a los dioses que se reúnan. Entonces, Inara, la diosa de los animales salvajes e hija de Tarhunt, prepara un banquete con el cual consigue atraer a Illuyanka. La gran serpiente come hasta hartarse y bebe hasta embriagarse. Entonces llegan los dioses junto con Tarhunt, y éste le da muerte a la serpiente después que un mortal llamado Hupasiya atara a la serpiente con una soga.
Cuando el dios de la tormenta y la serpiente lucharon en la ciudad de Kiskilussa, la serpiente derrotó la dios de la tormenta.
Así que el dios de la tormenta le imploró a todos los dioses: “¡Reunámonos!
E Inara preparó un festín.
Ella preparó todo en gran cantidad; una gran vasija con vino, una gran vasija con cerveza marnuwanda, una gran vasija con la bebida walhi. Las vasijas llenó con abundancia.
Inara fue a la ciudad de Ziggaratta, y ella encontró a Hupasiya, un mortal.
Entonces le dijo Inara a Hupasiya, “¡Estoy a punto de hacer algo muy, muy grande! ¡Tú, únete a mí!
Entonces le dijo Hupasiya a Inara, “Si yo pudiera dormir contigo, entonces yo iré (y) yo haré eso que desea tu corazón.” Y así él durmió con ella.
Inara llevó a Hupasiya y lo escondió. Inara se vistió, e invitó a la serpiente desde su guarida (diciendo), “¡Estoy a punto de hacer un festín! ¡Ven, come y bebe!”
Entonces la serpiente acudió con sus hijos y comieron y bebieron. Ellos bebieron cada vasija y ellos se embriagaron.
Ellos no querían descender a su guarida otra vez. Hupasiya vino y ató a la serpiente con una soga.
El dios de la tormenta vino y mató a la serpiente. Los dioses estaban con él.
-El Mito Anatólico de Illuyanka, secciones 3-12
En la segunda versión, Illuyanka también derrota a Tarhunt, pero ésta vez le quita sus ojos y su corazón. Como venganza, Tarhunt le pide a su hijo, Sarruma –quien se casó con la hija de Illuyanka- que le pidiera a la serpiente su corazón y sus ojos como regalo de bodas. Mas cuando sus ojos y corazón son restaurados, Tarhunt vuelve a luchar contra Illuyanka, pero antes de darle muerte, Sarruma se da cuenta que había sido utilizado para ese propósito. En consecuencia, Sarruma le pide a su padre que tome su vida junto con la de Illuyanka; Tarhunt acepta, y los mata a los dos.
…(Primero), la serpiente venció al dios de la tormenta, y el tomó (su) corazón y (sus ojos). Y (el dios de la tormenta le tuvo miedo) a él.
Él tomó a la hija de un hombre pobre como su esposa, y tuvo un hijo. Cuando él creció, él tomó para sí a la hija de la serpiente en matrimonio.
El dios de la tormenta repetidamente le dio instrucciones a (su) hijo, “¡Cuando entres a la casa de tu esposa, pídeles a ellos (mi) corazón y (mis) ojos!”
Cuando él fue, les pidió el corazón a ellos, y ellos se lo dieron. Después, él les pidió los ojos, y estos, también le fueron entregados a él. Él se los llevó al dios de la tormenta, su padre. El dios de la tormenta recuperó el corazón y los ojos.
Cuando su forma volvió a estar en su estado anterior, él nuevamente fue a batallar al mar. Cuando batalló contra él, empezó a derrotar a la serpiente, y el hijo del dios de la tormenta estaba con la serpiente. Él clamó al cielo, a su padre:
“¡Tómame por siempre junto (con ellos)! ¡No me perdones!” Y entonces el dios de la tormenta mató a la serpiente y a su hijo. Ese dios de la tormenta está acabado(…)
-El Mito Anatólico de Illuyanka, secciones 21-26
Representación del mito del dios del cielo matando al dragón Illuyanka, ortostato de piedra caliza Neo-Hitita, 850-800 BC, Museo de Civilizaciones Anatólicas, Ankara, Turquía.
De acuerdo a esta última versión, Illuyanka habita en el mar, pues es ahí donde se dirige Tarhunt para luchar por última vez contra el dios de la tormenta, lo que lo convierte en una de esas monstruosas serpientes que han inspirado la figura del dragón. Por otro lado, el mito de Illuyanka presenta cierta semejanza con el Ciclo de Ba’al: la derrota de Tarhunt, dios de la tormenta y el clima, se asemeja a la desaparición de Ba’al, dios ugarítico de los vientos, cuando éste es supuestamente devorado por Mot; asimismo, ambos dioses retornan luego de que sus adversarios son aniquilados, lo cual podría representar el restablecimiento del clima tras las estaciones más severas de sus respectivas regiones.
The myth about Illuyanka (A. Fantalov, acuarela, 2001 http://fantalov.tripod.com/)
Hasta aquí he presentado los mitos de tres seres legendarios que considero le han dado forma a la saga del dragón en la antigüedad, mas no son los únicos, por lo que espero continuar esta breve exposición sobre los orígenes de los dragones en una segunda parte.
Referencias:
-Astey V., Luis (1989), El Poema de la Creación – Enuma Elish, Universidad Autónoma Metropolitana, Ciudad de México, México.
-Beckman, Gary (1982), The Anatolian Myth of Illuyanka [El Mito Anatólico de Illuyanka], JANES 14, archivo web. Recuperado de http://web.archive.org/web/20120204165943/http://www.hittites.info/translations.aspx?text=translations/mythology%2fIlluyanka.html
-Biti-Anat, Lilinah (1997), The Ugaritic Myth of Ba’al [El Mito Ugarítico de Ba’al]. Recuperado de https://web.archive.org/web/20091027143946/http://www.geocities.com/SoHo/Lofts/2938/mythobaal.htm
-Gibson, J. C. L. (2004), Canaanite Myths and Legends, Second Edition, T & T Clark International, London, England.
-Ingersoll, Ernest (1928), Dragons and Dragon Lore, Payson & Clarke Ltd., New York, 1928.
-King, Leonard William (1902), The Seven Tablets of Creation [Las Siete Tablillas de la Creación], Luzac’s Semitic text and translation series, vol. xii-xiii, Luzac and Co., London, 1902. Recuperado de http://www.sacred-texts.com/ane/stc/
-Smith, G. Elliot (1919), The Evolution of the Dragon, Longmans, Green & Company, London, New York, Chicago, Bombay, Calcutta, Madras, 1919.
One thought on “Antiguos mitos del dragón: Tiamat, Yam e Illuyanka”