Mentalidad del miedo y su importancia en el combate

Opus Amplissimum de Arte Athletica folio 27v

Paulus Hector Mair, “Opus Amplissimum de Arte Athletica” (Cod.icon. 393), folio 27v*

“Si deseas aprender cómo luchar apropiada y efectivamente con la espada larga, para que así puedas, sin guantes y sin ninguna armadura, proteger tus manos y tu cuerpo entero contra toda clase de armas, contra espada, contra lanza, contra alabarda, contra cuchillo largo y también contra otras armas, entonces primero recuerda que tú debes conocer bien los golpes y los pasos, y recordar siempre girar tus manos hacia arriba con la guardia, y siempre esconderte detrás de la espada, y mantener la cabeza detrás de la guardia…”

Hugo Wittenwiler, Schwabenspiegel Codex (Cgm 558) folio125r, ca 1493

El propósito de la entrada de hoy es compartir las ideas principales de un artículo publicado por Roger Norling, instructor del Gothenburg Free Fencer’s Guild (CFFG) y fundador de HROARR, el cual considero muy importante en lo que atañe a la mentalidad apropiada al momento de aproximarnos al combate en la esgrima histórica, lo que espero pueda complementar nuestra perspectiva sobre el arte y mejorar nuestra propia habilidad.

(Artículo original completo en inglés: A MENTALITY OF FEAR – AND ITS IMPORTANCE TO FIGHTING by Roger Norling)

 

Uno de los problemas que pueden limitar la manera en la que interpretamos y ejecutamos las piezas y técnicas detalladas en los tratados y manuales de esgrima medieval o renacentista es el sentimiento de seguridad ofrecido por el equipo protector moderno: al sentirnos seguros y protegidos, tendemos simplemente a golpear al oponente sin preocuparnos si somos alcanzados o golpeados por éste al mismo tiempo. En consecuencia, no sólo estamos haciendo a un lado las enseñanzas de los antiguos maestros que nos exhortan a “golpear al enemigo sin ser golpeados”, sino posiblemente también estamos aplicando criterios ajenos al arte, como lanzar golpes excesivamente fuertes o “forzar” precipitadamente la ejecución de una determinada pieza o técnica en el momento inadecuado, un problema frecuente tanto en el sparring como en los torneos. En su artículo, Roger Norling no cree que el problema en sí es el uso de este equipamiento, sino más bien la mentalidad errónea que los combatientes adoptan al utilizarlo, ya que debe ser nuestra habilidad y nuestra propia arma las que nos permitan esgrimir de forma segura utilizando el arte. Es posible que esto también se deba a una posible interpretación errónea de los tratados de esgrima, en los cuales se hace énfasis en la importancia de conservar la iniciativa (Vor) e ir directamente al cuerpo del oponente y no a su arma. El resultado es que muchos esgrimistas realmente no esperamos a buscar una abertura, que es también un principio fundamental en las tradiciones de esgrima, y simplemente nos confiamos en el plan que tenemos en mente, que generalmente es utilizar un Meirterhauen a como dé lugar con la esperanza de efectuar las técnicas tal y como las imaginamos en nuestra cabeza; esto, combinado con la impresión de seguridad proporcionada por la efectividad de nuestro equipo protector  que inconscientemente está grabada en nuestras cabezas hace que nos impacientemos y no nos importe recibir un contragolpe del adversario, el cual muchas veces puede incluso aprovecharse de esto ya que puede responder de una forma mucho más apropiada al no sentirse amenazado por el ataque de su oponente, sea porque esté seguro que su golpe no será certero o porque se siente también perfectamente a salvo en su propio equipo protector. Ciertamente, lo ideal es utilizar un Meisterhau para romper las guardias del oponente, pero esto no siempre es lo que debemos hacer.

Norling también menciona otros dos motivos adicionales a esta clase de actitud, por no decir suicida, en la esgrima histórica: el “mito” del héroe invencible, exacerbado por la imagen que tenemos de los espadachines del pasado y que los medios no hacen sino dilatar, y la falta de conocimiento sobre el contexto histórico, social e incluso económico del período en el que vivieron las personas que utilizaron este sistema de combate con armas en situaciones reales o por lo menos relevantes a su realidad. El primero posiblemente también es producto de una interpretación equivocada de los textos: es cierto, en varios de ellos, particularmente de la tradición alemana temprana de esgrima (siglos XIV-XV), se desea que un esgrimista sea dominante, pero es igualmente importante ser capaz de mantener el control del enganche o ligadura (bind). Esto puede empeorar si es que los dos esgrimistas que se están batiendo se encuentran bajo la ilusión de que son imbatibles, ya que si consideramos que las técnicas de los tratados fueron diseñadas para usar armas afiladas y contundentes, es simplemente natural que un defensor se preocupe más por mantenerse a salvo que por “probar” si es que puede contraatacar a su oponente; nuevamente, esto sería lo ideal, pero muchas veces lo mejor es saber retirarse (Abzug), sobre todo si no podemos dar con una respuesta adecuada en ese instante.

El segundo punto es un poco más complejo al cubrir aspectos que ni siquiera sospechamos están intrincados con el desarrollo original de la esgrima.  Los tratados medievales fueron diseñados para un grupo particular de personas (generalmente de la nobleza) para que utilicen su esgrima en situaciones reales que incluían batallas, duelos judiciales y torneos, y si bien uno podría caer en el error de tildar un torneo como un evento más “deportivo” que no encarna una situación real, éstos seguían siendo significativamente peligrosos. Aquellos que tomaban parte en cualquiera de los tres escenarios anteriores comprendían lo importante que era protegerse a uno mismo cuando se combate con armas afiladas incluso si se está con armadura; de hecho, estas personas entrenaban con armas de madera y metal sin protección alguna, y en varios pueblos de la antigua Alemania de los siglos XIV y XV, los eventos de torneos con armas afiladas hasta primera sangre gozaban de tanta popularidad que se solían celebrar con frecuencia semanal. De ahí que la mayoría de técnicas mencionadas en los tratados medievales estén diseñadas para oponente que, al igual que el atacante, está primeramente preocupado en mantenerse a salvo. La necesidad de estas personas de utilizar la esgrima responde a la realidad de la época: la guerra, invasiones, robos, rebeliones, duelos, etc., son bastante comunes para ellas, lo que como consecuencia dio origen a la formación de gremios o escuelas de esgrima que las preparaban para la posible eventualidad de tener que tomar parte en estas situaciones peligrosas. Incluso los torneos, que en apariencia poseen un cariz más festivo, no eran ajenos a esta necesidad bélica: simulaban un combate real a primera sangre con armas afiladas en los que no pocas veces los participantes eran heridos de gravedad o resultaban muertos, por lo que es también razonable que estas escuelas trataran de impartir la misma clase de mentalidad a sus miembros con el fin de evitar comportamientos extremadamente  imprudentes para reducir las pérdidas tanto como sea posible.

Con respecto a la fuerza necesaria para aplicar los principios de la esgrima, no debería resultarnos difícil entender que no se requiere de demasiada fuerza para dañar severamente a un enemigo. Un tajo suave con una espada afilada es más que suficiente para abrir carne y piel, y de hecho, efectuar un corte o estocada con una fuerza mayor a la necesaria haría que la hoja o punta se hunda tanto en el cuerpo que el arma podría quedar atrapada en éste, dejándonos a merced del contragolpe del oponente. Es cierto que es posible ejecutar cortes capaces de cortar carne y hueso, pero su efectividad depende más de un alto nivel de técnica que de la aplicación exagerada de fuerza física.

Roger Norling explica que si entendemos mejor el contexto en el cual se desarrolló la esgrima medieval y renacentista, es posible adoptar cierta clase de mentalidad en la que el “miedo” a ser lastimados pueda ser canalizado para mejorar nuestra propia esgrima, pero es algo que debe imbuirse en el entrenamiento y el combate. De conseguirlo, los torneos sí podrían utilizarse como herramientas que nos ayuden a demostrar nuestro propio conocimiento del arte de manera óptima. Norling de hecho sostiene que algunos de los competidores que logran un alto desempeño en los torneos durante los últimos años ya están integrando esta mentalidad en su propia formación, lo que los está volviendo artistas marciales bastante sólidos. Ahora bien, esto tampoco significa que vamos a dejar de utilizar equipo protector; éste existe por una necesidad actual muy real (evitar lesiones y accidentes), por lo que es necesario aprender a utilizarlo de la forma apropiada.

A continuación compartiré algunas de las sugerencias propuestas por el autor que podrían ayudarnos a adoptar esta mentalidad, y como resultará evidente, es posible idear muchas otras formas creativas  de hacerlo. Entre ellas están:

-Entrenar técnicas sólo con protección para el ojo y la boca.

-Sparring con armas de madera o sintéticas y protección mínima de guantes y máscara.

-Sparring con acero y protección mínima de guantes y máscara.

-Ejercicios de fluidez sin o con protección mínima, con o sin desplazamiento de pies.

-Esgrima controlada donde uno presenta amenazas a las que el oponente debe responder, en vez de tratar de golpear con toda la fuerza, para que así siempre puedas detener tu ataque si él/ella no está respondiendo correctamente.

– Sparring sólo con protección para el ojo y la boca.

-Sparring con objetivos restringidos, por ejemplo, sólo cuentan golpes a la cabeza, y golpear a las manos o al rostro significan que has perdido, lo mismo si es que bloqueas con ellas.

-Sparring con objetivos de muerte instantánea, por ejemplo, golpear a la cabeza, cuello o manos o que estocar estos objetivos o el torso cuenten como muerte instantánea.

Espero que les haya sido de utilidad.

 

 

*Ilustración tomada de Wiktenauer.

3 thoughts on “Mentalidad del miedo y su importancia en el combate

  1. Interesante articulo y claro da que pensar en cómo uno practica teniendo la seguridad de la protección. Recordare ésto para no caer en el sentido de seguridad y aprender mejor.

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